
Plataforma contaminación acústica de las campanas
CARTAS DE LOS AFECTADOS
Campanadas a muertos
Guillermo Martí
Sant Pol de Mar (BARCELONA)
Hay tradiciones que con el tiempo dejan de tener su sentido y no son más que costumbres que se respetan por aquella nostalgia del pasado y aquel carácter simbólico y tradicional. Sin embargo cuando esta costumbre se excede ya deja de ser aceptable y se convierte en molesta. Me explicaré con un ejemplo: el de las campanadas a muertos.
En el pueblo donde vivo y trabajo cada vez que fallece alguien tocan las campanas. Hasta aquí podría decirse que es algo aceptable ya que es una costumbre que se hace como homenaje al difunto. El problema llega sin embargo cuando se cometen evidentes excesos: cada vez que se muere alguien tocan las campanas tres veces, una cuando el cura recibe la noticia, otra al día siguiente cuando empieza la misa del funeral y la otra al acabar dicha misa. Lo más fastidioso del asunto es que, a parte de ser un triste y ruidoso lamento que acepto resignado, cada uno de estos repiques dura 5 minutos (contados con cronómetro) que multiplicados por tres veces son 15 minutos por cada persona que fallece. Imaginen ahora cuando el pueblo crezca en número de habitantes; imaginen que esto mismo ocurra en un pueblo grande donde cada día muriesen dos o tres personas; y ya no quiero imaginar lo que ocurriría en una gran ciudad si se siguiesen estas pautas.
Estas reflexiones puede ser interpretadas como una falta de respeto por mi parte hacia los difuntos, pero sería muy demagógico atribuirme dicho calificativo ya que por desgracia todos tenemos seres queridos que fallecen y a los cuales por supuesto respetamos y homenajeamos. El problema es como digo más arriba los excesos. Aceptaría con resignación que como homenaje al fallecido y para que no me ataquen de “abolicionista irrespetuoso” se tocasen por ejemplo 2 minutos cuando se da la noticia del fallecimiento, tiempo más que suficiente para dar a conocer a los habitantes del pueblo que alguien ha fallecido, pero eso sí una sola vez y no más. Por favor, lo repito una vez más: los excesos no son buenos.
